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ConceptosAbstractos es una valvula de escape. Critica social, filosofia, politiqueo, y lo que se me ocurra. Se que algunos textos son un tanto espesos, pero creo que valen la pena. Vosotros direis.

Thursday, September 28, 2006

Corporativismos, Caricaturas y Psicopatologías

Sobran las introducciones ya, acerca de la polémica suscitada por la publicación de las caricaturas de Mahoma por parte de un periódico danés el invierno pasado.

El debate se centralizó en si nuestra libertad de expresión tiene o no derecho a transgredir la iconoclastia islámica para utilizar sus símbolos como objeto de burla. La iconoclastia islámica en este conflicto es muy relativa pues no solo existen gravados antiguos en los que aparece Mahoma sino que además muchas de las caricaturas que musulmanes europeos llevaron a los países árabes fueron modificadas o incluso eran totalmente distintas. Así pues, no solo fuimos nosotros los que transgredimos esa norma en pleno ejercicio de nuestro derecho sino que además, gran parte de la ofensa fue producida por los mismos musulmanes. De esta manera el objeto de debate se sitúa en si la Europa democrática actual será capaz de redimir la crispación (y la violencia) creada sin renunciar en absoluto a su plena y total libertad de expresión.

El panorama político es desolador. Por una parte, la izquierda progresista que trajo el laicismo a Europa, en una lucha secularizadora que duró siglos, se ve hoy, lamentablemente confusa. Se ahoga entre los ideales de libertad y tolerancia mal interpretados, la idea de una deuda moral histórica para con muchos países musulmanes y la tendencia a culpabilizar de todo a la delirante política estadounidense.
Por otro lado, los gobiernos de derecha como por ejemplo el italiano, aprovechan para echar pestes del Islam, “descamisando” su, burdamente oculto, actitud y pensamiento xenofóbico.
Además, en Europa vive un colectivo musulmán que supera los 15 millones de integrantes y dado el partidismo político en el que han entrado nuestras democracias, 15 millones de votos suenan demasiado suculentos como para no canjearlos por una pequeña porción de nuestra libertad de expresión.

Pero es que la libertad de expresión no puede venderse por porciones, o se tiene o no se tiene. Europa cometerá un gran error creyendo que lo único que se está haciendo es tener en cuenta a un colectivo importante que se ha sentido ofendido. A partir de aquí, la censura no tendrá límites, porque la definición de colectivo es demasiado genérica y porque todo el mundo se siente ofendido por algo.

Vivimos una época de corporativismos. La globalización a olvidado aquella absurda consigna de: “un pueblo, una nación”, (a lo mejor por eso el debate estatutario olía tanto a podrido) y a dado paso a una era en la que la gente se relaciona y reivindica dependiendo de su psicopatología. Así, judíos y cristianos se han solidarizado con los musulmanes (hecho que por otra parte, les deja en evidencia pues en teoría cada uno defiende la única verdad y bien podrían ofenderse los unos con los otros) intentando penosamente aprovechar los restos de un poder que perdieron (por lo menos en Europa).

Vivir en cultura, en civilización, el simple hecho de ser humano, significa irremediablemente tener que sentirse ofendido. La base de la cultura no está en el amor (y respeto) al prójimo, que durante tanto tiempo se ha predicado, sino en el hecho de saber sentirse ofendido. La democracia, la libertad de la que gozamos, no emana de un profundo y estricto respeto al resto, sino de saber vivir en una diversidad que implica irremediablemente ofensa. El corporativismo que se vive hoy en día resulta problemático porque, como dijo Freud, no hay mejor excusa para unir a las personas que la de estar en contra de algo o alguien. El problema es que no hay mejor motivo para estar en contra de algo o alguien que el haberse sentido ofendido. Habrá que aprender a ser humano.

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